miércoles, 1 de junio de 2016

El curso acaba, otra generación que se va.

    Otro año más y otra generación de alumn@s que que acaban bachillerato y se encuentran dispuestos a encarar su futuro. Y un año más se agolpan las sensaciones de lo que el curso ha sido.





         Sin duda, acabar un curso es un gran momento de alegría, por eso FELICIDADES.

       Hace ya casi dos años que comenzasteis una nueva etapa: el bachillerato. Pero ha sido en los últimos 250 días en los que habéis ido fraguando una de las batallas más importantes de vuestra aún corta existencia, batalla heroica, pues eran importantes vuestros adversarios. Primero contra Minerva, diosa de la sabiduría, mientras declinabais versos o conjugabais mapas, analizabais en las fábulas de Poe la metamorfosis de Samsa, traducíais revoluciones y transiciones de Eutropio, o declamabais en voz pasiva las teorías de Platón a la sombra de los laureles de Dafne perseguida por Apolo, mientras andabais  À la recherche du temps perdu entre listening and writing. Pero ahí estaba también Cronos, dios del tiempo, implacable, quien con su reloj de arena os acosaba y repetía sin descanso aquello de Tempus fugit et labor longa. A estos dos se sumaba Cupido, disparando flechas de amores y desamores que en alguna ocasión os mantuvo malheridos; y también Fortuna, diosa caprichosa, que de vez en cuando jugaba con vosotros ofreciendo su buena o mala suerte según le venía en ganas.

     Y mientras, con el fragor de vuestras armas, libros, bolígrafos y cuadernos, poco a poco ibais forjando el grupo de alumnos y alumnas que conformáis 2º bachillerato A, un grupo de estudiantes de letras, de humanidades, en un momento en que parece que las disciplinas humanísticas están siendo agredidas por leyes incoherentes, que obedecen el economicismo y materialismo reinante en esta sociedad de hoy. Las letras molanese ha sido el nombre de nuestro grupo de Whatssap, y vosotros también moláis. Moláis porque habéis sido un grupo extraordinario de alumnos y alumnas, un grupo de alumnos honestos, trabajadores, responsables, reflexivos, críticos, alegres, comprometidos, un grupo donde impartir clase siempre me fue gratificante, un locus amoenus, donde siempre me sentí bien, donde siempre había buena disposición incluso en las situaciones más difíciles, un grupo de buena gente, un grupo estupendo, un grupo de personas a las que se termina queriendo y por los que siento un infinito afecto. Creo que habéis sido un buen ejemplo. Necesitamos que en el mundo abunden ese tipo de nuevas personas que vosotros, queridos alumnos y alumnas, sois y seréis.

          Pero ya todo eso llega a su fin, ahora se abre ante vosotros otra nueva etapa. Tal vez podríais pensar que acabar la etapa de bachillerato sea doloroso, que deseéis mantener la presencia de quienes os han acompañado estos años. Pero no, no es así, porque si nos desprendemos de lo antiguo nunca daremos paso a lo nuevo.

      Eso sí, espero que cada una de las situaciones que habéis vivido en estos años de instituto os sirvan para enfrentaros con el “mundo” que os espera ahí fuera. Hoy se os abre la puerta a un universo para el que nunca se está del todo preparado, que nunca deja de sorprender y del que nunca se deja de aprender: la Universidad, el mundo laboral, los ciclos formativos, o la propia vida. 

      Por eso, si me lo permitís, unos consejos:  no os conforméis con lo poco que habéis aprendido ni con lo que aprenderéis a partir de ahora. Estad siempre hambrientos de conocimientos, ávidos de saberes, ansiosos por estudiar. No os canséis de preguntar, no dejéis nunca de leer, porque las palabras y las letras pueden cambiar el mundo, ni dejéis de soñar, que en los sueños los hombres son verdaderamente libres, ni de disfrutar de la belleza y del arte, frecuentad los cines, los teatros y museos, no abandonéis las ganas de hacer de vuestra vida un viaje extraordinario, vividla intensamente, sin mediocridad, sin permitir que simplemente os pase por encima pero sobre todo, disfrutad con todo lo que hagáis, siempre disfrutad. Carpe diem, recordad.

      Es difícil despedirse a veces, pero me quedo no con lo que pierdo, sino con lo que he vivido. Así que os deseo lo mejor: mucha suerte y recordad siempre: DISCENDO VIVIMUS.






Lola Vicente

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