Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
El vacío es más bien en la cabeza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
El vacío es más bien en la cabeza.
Antonio Machado.
Basta con detenerse en los contenidos de la LOMCE, especialmente en Bachillerato, para apreciar que esta supone una agresión en toda regla a las disciplinas relacionadas con la cultura humana y con el pensamiento, con las materias llamadas humanísticas como la filosofía, las lenguas clásicas, la historia, el arte; estas materias que conducen al individuo a la comprensión del mundo y procuran una reflexión crítica así como cierta sensibilidad ante el mundo que le rodea y desarrolla la intelectualidad de las personas.

El estudio de las Humanidades, especialmente filosofía y lenguas clásicas, queda definitivamente relegado en beneficio de las materias llamadas instrumentales. Aquellas materias que nos procuran los conocimientos del pasado para poder interpretar el presente, las que nos enseñan los piares de nuestra cultura y civilización y nos enseñan a analizar nuestro mundo pierden peso. Será porque parece que la modernidad, con su tecnología, sus avances y su aceleración, no admite nada que necesite la reflexión, la mirada lúcida y esa herramienta elemental que es el cerebro. Es evidente que el sistema capitalista, ese que establece que el enriquecimiento de los individuos contribuye a la riqueza de las naciones y al bienestar común, y el neoliberalismo, prevalecen en la ley de educación del ministro Wert.
Lo que se busca es una sociedad de idiotas, término con el que los griegos denominaban a las personas que solo se preocupaban por sus asuntos particulares, su vida privada, sus asuntos personales. no el bien o interés común. Parece que en el fondo lo que subyace ya no es educar integralmente a las personas para que se conviertan en sujetos autónomos, críticos, responsables y solidarios sino adoctrinar a personas sometidas a un pensamiento único , a individuos que no piensen, que no analicen, que no critiquen, que asuman su situación de inferioridad y que no sueñen en cambiarla, que piensen solo en sus propios intereses y nunca en el bien común, individuos con un vacío en su cabeza.
Y todo porque la ignorancia nunca es revolucionaria. De manera que NO SEAMOS IDIOTAS.
Lola Vicente
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