En la mitología griega existe un
personaje, el titán Prometeo, que es considerado el protector de la civilización
humana. Se dice que fue Prometeo quien modeló con arcilla al hombre y Atenea
sopló aliento de vida sobre la imagen.El titán también benefició a los hombres
entregándoles el Fuego sagrado que había robado a los dioses del Olimpo, con el
que les dotó a de Inteligencia, además de enseñarles las artes y las
ciencias.Tras el robo del Fuego, Zeus castigó a los hombres enviándoles a
Pandora, quien traía de parte de los dioses como regalo la famosa caja de
Pandora y quien llevada de la curiosidad abrió la caja de donde salieron todos
los males que desde entonces aquejan a la humanidad. En cuanto a Prometeo, Zeus
lo castigó encadenándolo en una roca en el Cáucaso, donde todas las mañanas un
águila le roía el hígado, que volvía a regenerarse durante la noche. Prometeo,
el gran benefactor de la humanidad, fue castigado por los dioses porque
consideraron que había sobrepasado los límites establecidos por ellos.
Hace apenas unas semanas, unos
científicos de EEUU han logrado obtener células madre a partir de embriones
clonados. Esta investigación abre la puerta a la clonación terapéutica, es
decir, a la posibilidad de reparar daños por lesiones o enfermedades a través
de estas células. Así se permitirá a los pacientes autotrasplantarse tejido sin
temor a un rechazo, al tratarse del mismo material genético. Además, los
resultados permiten abrir nuevas vías para desarrollar terapias personalizadas
y sobre todo conocer las causas concretas de ca-da enfermedad. Una de las
aplicaciones concretas del descubrimiento tendría que ver con los trasplantes
de médula ósea. Además, también ayudaría a combatir males como el Parkinson, la
esclerosis múltiple, las enfermedades cardíacas y las lesiones de la médula
espinal.
El método, conocido como
transferencia nuclear, ha conseguido por primera vez células madre embrionarias
con el mismo ADN (clonadas) de un adulto.Normalmente, un embrión surge cuando
el esperma entra al óvulo y comienza a dividirse. Sin embargo, para este
experimento, Shoukhrat Mitalipov y sus colegas de la Universidad de Ciencia y
Salud de Oregon comenzaron con células de la piel de un niño de ocho meses con
una enfermedad genética. No utilizaron espermatozoides.
Para crear cada embrión,
tomaron el ADN de un óvulo y lo reemplazaron con el ADN de la célula de la
piel. El ADN del bebé fue el único material genético que se utilizó. Con la
ayuda de productos químicos, el óvulo comenzó a dividirse al igual que uno
fertilizado. Entonces, después de varios días, surgieron embriones
genéticamente idénticos al bebé, de los cuales se tomaron las células madre.
Pero ahora ha surgido la gran
pregunta, si ya se duplican las células de una persona con éxito, ¿se resistirá
algún científico a clonar a un ser humano por completo? ¿Podrá la ciencia crear
un ser humano?
No se puede renunciar a
investigaciones que traten de mejorar de la salud y la calidad de vida del
género humano ni nos debe paralizar el temor a lo desconocido, porque ha sido
eso lo que ha hecho que la ciencia avance; pero es preciso que cada paso sea
racional para que no lleguemos más allá de lo tolerable por la ética y moral
humana.
En la mitología fueron los
dioses quienes “castigaron” a Prometeo, el benefactor del género humano, por
haber traspasado lo que ellos consideraban los límites. El heroísmo de Prometeo
al intentar apoderarse de un conocimiento divino era un comportamiento
excepcional, mientras que en nuestra sociedad actual es el espíritu
investigador, atrevido y sin miedo, lo que la define precisamente y la
excepción hoy se ha convertido en regla.
Así, aunque a veces se cierna sobre nosotros una ligera sombra de
amenaza, que no sean otros “dioses” castigadores quienes frenen la osadía
prometeico-científica.
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