viernes, 30 de mayo de 2014

EL FUEGO DE PROMETEO O EL CASTIGO A LA CIENCIA Y A LA HUMANIDAD


 
     En la mitología griega existe un personaje, el titán Prometeo, que es considerado el protector de la civilización humana. Se dice que fue Prometeo quien modeló con arcilla al hombre y Atenea sopló aliento de vida sobre la imagen.El titán también benefició a los hombres entregándoles el Fuego sagrado que había robado a los dioses del Olimpo, con el que les dotó a de Inteligencia, además de enseñarles las artes y las ciencias.Tras el robo del Fuego, Zeus castigó a los hombres enviándoles a Pandora, quien traía de parte de los dioses como regalo la famosa caja de Pandora y quien llevada de la curiosidad abrió la caja de donde salieron todos los males que desde entonces aquejan a la humanidad. En cuanto a Prometeo, Zeus lo castigó encadenándolo en una roca en el Cáucaso, donde todas las mañanas un águila le roía el hígado, que volvía a regenerarse durante la noche. Prometeo, el gran benefactor de la humanidad, fue castigado por los dioses porque consideraron que había sobrepasado los límites establecidos por ellos.

   Hace apenas unas semanas, unos científicos de EEUU han logrado obtener células madre a partir de embriones clonados. Esta investigación abre la puerta a la clonación terapéutica, es decir, a la posibilidad de reparar daños por lesiones o enfermedades a través de estas células. Así se permitirá a los pacientes autotrasplantarse tejido sin temor a un rechazo, al tratarse del mismo material genético. Además, los resultados permiten abrir nuevas vías para desarrollar terapias personalizadas y sobre todo conocer las causas concretas de ca-da enfermedad. Una de las aplicaciones concretas del descubrimiento tendría que ver con los trasplantes de médula ósea. Además, también ayudaría a combatir males como el Parkinson, la esclerosis múltiple, las enfermedades cardíacas y las lesiones de la médula espinal.

      El método, conocido como transferencia nuclear, ha conseguido por primera vez células madre embrionarias con el mismo ADN (clonadas) de un adulto.Normalmente, un embrión surge cuando el esperma entra al óvulo y comienza a dividirse. Sin embargo, para este experimento, Shoukhrat Mitalipov y sus colegas de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregon comenzaron con células de la piel de un niño de ocho meses con una enfermedad genética. No utilizaron espermatozoides.

     Para crear cada embrión, tomaron el ADN de un óvulo y lo reemplazaron con el ADN de la célula de la piel. El ADN del bebé fue el único material genético que se utilizó. Con la ayuda de productos químicos, el óvulo comenzó a dividirse al igual que uno fertilizado. Entonces, después de varios días, surgieron embriones genéticamente idénticos al bebé, de los cuales se tomaron las células madre.

Resultado de imagen de celulas madre    Pero ahora ha surgido la gran pregunta, si ya se duplican las células de una persona con éxito, ¿se resistirá algún científico a clonar a un ser humano por completo? ¿Podrá la ciencia crear un ser humano?

    No se puede renunciar a investigaciones que traten de mejorar de la salud y la calidad de vida del género humano ni nos debe paralizar el temor a lo desconocido, porque ha sido eso lo que ha hecho que la ciencia avance; pero es preciso que cada paso sea racional para que no lleguemos más allá de lo tolerable por la ética y moral humana.

     En la mitología fueron los dioses quienes “castigaron” a Prometeo, el benefactor del género humano, por haber traspasado lo que ellos consideraban los límites. El heroísmo de Prometeo al intentar apoderarse de un conocimiento divino era un comportamiento excepcional, mientras que en nuestra sociedad actual es el espíritu investigador, atrevido y sin miedo, lo que la define precisamente y la excepción hoy se ha convertido en regla.

Así, aunque a veces se cierna sobre nosotros una ligera sombra de amenaza, que no sean otros “dioses” castigadores quienes frenen la osadía prometeico-científica.

EL MECANISMO DE ANTICITERA


       

 ES EL PLANETARIO PORTÁTIL DE HACE MÁS DE 2.000 AÑOS?



El mecanismo  o computadora de Anticitera es la calculadora mecánica más antigua y de  más exquisita precisión encontrada nunca desde la antigüedad hasta la Edad Media, diseñada para el cálculo de la posición del Sol, la luna, y algunos planetas en cualquier día del año, permitiendo predecir eclipses. Fue descubierto en los restos de un naufragio en el año 1901 cerca de la isla griega de Anticitera y se cree que data de los años 150-100 a Xto. La cartografía de precisión probablemente se estancó más de 16 siglos al perderse el conocimiento que permitía crear dispositivos mecánicos tan precisos. En la actualidad es considerado el primer ordenador mecánico de la historia, siendo un instrumento de sofistificación sin precedentes en la antigüedad.

   



Se trata de un mecanismo que mide 33 cm de altura por 17 cm de anchura y 9 cm de grosor, hecho en bronce que estaría montado dentro de una caja de madera. Tenía una inscripción de 3.000 caracteres que nos enseñaría como manejar el instrumento y como usar las observaciones obtenidas.
El dispositivo tiene un nivel de miniaturización y complejidad, que sólo es comparable al de los relojes del siglo XVIII. Se cree que el artilugio poseía más de 30 engranajes y, mediante distintos punteros, al introducir una fecha mediante una manivela,  mostraba la posición exacta del sol y de la luna en el zodíaco, el día del año, puede que también la posición de los planetas (pues se han encontrado en las inscripciones referencias a Venus o Marte), los meses y horas a las que se produciría un  eclipse (así como de qué tipo era o si sería o no visible), cómo corregir por 8 horas la predicción de eclipses en un ciclo de 54 años, el mes del calendario luni-solar (indicaba qué años tenían 13 meses y cuáles 12, qué meses tenían 29 días y cuáles 30 y qué día debía ser omitido)… Todo ello, con gran precisión.
Muestra de la complejidad de este artilugio era que podía recrear, gracias a un ingenioso mecanismo, la órbita irregular de la Luna, que hace que unas veces se mueva en el cielo ligeramente más rápida que otras.


Para el investigador Christián Carlos Carman, se trata de una “revolución en la historia de la tecnología” y en la historia de la ciencia, que hace “replantearse la visión que se tiene de los antiguos griegos. Ellos afirmaban tener un calendario, pero nosotros nunca lo creímos: el mecanismo de Anticitera es una prueba de que ellos tenían razón”.